jueves, 21 de junio de 2012

"Cuando uno pierde", por Anibal Cristaldo.


 Cuando uno pierde, aprende mucho. Se aprende más de las derrotas que de las victorias. Fundamentalmente se aprende a perder. Por ejemplo yo he perdido muchísimo, hoy por hoy no saben como pierdo, pierdo fenómeno, cada día pierdo mejor. Estoy dando talleres de derrota.

 Soy Anibal Cristaldo, un corresponsal del alma humana, un periodista buceando en los avatares del corazón. En mi, la realidad cruda, pura y dura, mundana y manifiesta, se mezcla con los recónditos sentimientos, innegociables, inescrutables, inenarrables, inescrupulosos, inexactos, inesperados, Inés como estás? Ah, a mi me gustan mucho los juegos de palabras. Perdón por no avisarles antes.
Hoy, como todos los jueves voy a continuar hurgando en esa gran obra maestra que es el cuento anónimo titulado “La reunión de los sentimientos”.
Como ustedes ya sabrán todos lo jueves realizamos, desde éstos micrófonos, una versión libre de éste cuento a modo de continuación y de homenaje, por su invalorable aporte e influencia a todos los poetas de esta tierra.



  Hubo una vez, había una vez... Un día... Un día se encontraron todos los sentimientos del ser humano: la pasión, el amor, la ira, la alegría, el odio, la tristeza, el rencor, la rabia, la melancolía, el tedio, el modus operandi, (que no es un sentimiento pero siempre está bueno meterlo en una charla) el dolor de muela, (que tampoco es un sentimiento pero cuando está no podés pensar en otra cosa, así tu mujer te haya dejado por el carnicero solo y con cuatro hijos, con las cuotas de la casa y el auto que vos firmaste y tu mamá salió de garantía, el dolor de muela siempre va a ser más importante que todo eso y por eso merece la categoría de sentimiento) la ternura, el entusiasmo, el desasosiego, el desaso-vidente, el encono, la saña, la tirria, la animadversión, la malquerencia, el aborrecimiento, la inquina, la repulsión, la ojeriza, (que no sé muy bien lo qué es, pero también estaba en el buscador de sinónimos del Word) el spleen, el banana splin, el premio splinter, la saudade, la feishoada, el termo, el mate, la rambla, Forlán, Suárez y Cavani. En fin, todos los sentimientos del ser humano.

En un rincón, en un rincón... En un rincón estaba la Locura. Tooooda vestida con un traje de astronauta, con la careta de Batman y bailando el Uka Chaka.

̶ Disculpame locura, - dijo la Honestidad - pero no entiendo por qué vos siempre te colás entre los sentimientos del ser humano. Sabido es que no sos lo que se dice un sentimiento. Más bien sos una enfermedad, un trastorno mental crónico, una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas. Según la wikipedia claro.
̶ Mmmmmmm, mmmmmmm, mmmmmm - rió la Locura - Qué curioso - dijo - Hay gente que usa Wikipedia para instruirse y después yo soy la loca. Mmmmm, mmmm, mmmmm. Rió nuevamente la Locura. - Parece que preferimos el saber virtual al saber hecho por personas de carne y hueso... mmm...
̶ Tá, ¡basta! Por favor no te rías más - dijo el Odio.
̶ Claro, claro, claro, - comentó la Ironía – porque, seguro que vos conocías a todos los que escribían las enciclopedias que consultábamos cuando éramos chicos ¿no?
̶ Basta de pelear. – comentó el Equilibrio - ¿Por qué no proponemos algo que nos mancomune a todos en una comunión? Algo en lo que todos estemos estrechamente ligados y nos abrace sin distinción, algo que nos haga vibrar en la misma sintonía, que nos haga unirnos en un único y unísono grito. Eso es lo que precisamos, – prosiguió el Equilibrio – embanderarnos en un emblema envolvente, que nos embellezca como un bálsamo y nos envalentone avasallante de valbomnbolobo bono bom. Algo que nos interese a todos por igual.
̶ SIIIIIII – gritó la Esperanza – Vamos al ballet del SODRE, ahora que está mejorado gracias a la dirección de Julio Bocca y el apoyo del gobierno, la intervención del MEC y el profesionalismo de los bailarines autóctonos.
̶ Ni en pedo – comentó la Discordia.
̶ ¿Por qué no vamos mejor a ver a Uruguay contra Perú? – preguntó la Obviedad.
̶ ¡Eso! – gritaron todos al mismo tiempo.

La reunión de los sentimientos, durante unos instantes se convirtió en un jolgorio.

̶ ¡Yo voy con la cámara en la mano como el loco Abreu! – gritaba la Locura
̶ Y yo, y yo, y yo, y yo a gritar hasta quedarme afónica – decía la Euforia, que estaba atravesando un pleito judicial con Fito Paez por haber utilizado su nombre para el título de un disco totalmente unplugged e intimista.
̶ Hoy seguro que ganamos – expresó el Optimismo con Certeza.
̶ Seguro que sí – le contestó la Certeza, con optimismo.
̶ ¡Perfecto! – Dijo pletórico el Entusiasmo – ¡Mañana mismo me levanto a las seis de la mañana para ir a hacer la cola para el ábitab y saco las entradas para todos! A la hora del partido los paso a buscar a cada uno en la combi, ¡seguro que entramos! Llevo pan y fiambre para hacer refuerzos, dos termos de café, uno de agua para el mate y uno con chocolatada calentita. – Prosiguió el Entusiasmo. - Ahora mismo paso a buscar banderitas de plástico para llevar y bufandas de esas que dicen Uruguay. En 18 y Ejido hay un puesto que las vende más baratas, de paso compro dos pilas medianas porque va estar bueno llevar una radio para escuchar la previa. ¡Que bueno! – Continuó el Entusiasmo - ¡Ojalá nos sentemos todos juntos, así nos divertimos más cuándo nos toque hacer la ola!
̶ Bueno, habrá que ir – Dijo la Paciencia.
̶ Nosotros no vamos, mejor lo miramos por la tele. – Comentaron los Nervios.
̶ ¡Que lindo ser uruguayo! – comentó el Orgullo.
̶ Ya me imagino lo que va a ser todo el estadio, todito de celeste. – Comentó su tocayo el Orgullo Celeste.
̶ La cancha está hecha mierda. – Comentó la Realidad, siempre impregnándolo todo con su visión.
̶ Yo no puedo ir, me voy a quedar en casa porque quiero componerle una canción a la celeste, una canción de homenaje a esta selección que se lo merece. – Dijo el Oportunismo.
̶ La plata o la tumba – comentó la Coyuntura. Que tampoco es un sentimiento, pero a esa altura ya a nadie le importaba nada.

Y fue así que desde ese día, desde ese día, desde ese día, cada vez que hay partido de Uruguay en el estadio, la obviedad gana la pulseada, la locura registra todo, la realidad nada puede hacer, la coyuntura admite al oportunismo. Y la esperanza... la esperanza... La esperanza es arrastrada hacia un lugar al que no tenía pensado ir.


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